lunes, 19 de octubre de 2009

Siendo mosca

Salvo el ínterin entre el año 2000 y 2001 (justo con la explosión de la crisis), el noticiero semanal de noticias de América, como se autodefinía en sus comienzos allá por el '95, se emitió con algunos cambios de canales (y de conductores) durante 13 años.
Hoy, Caiga Quién Caiga celebra sus 500 programas al aire y piensa festejarlo. Aunque no se omitirá el repaso por la actualidad, se realizará un especial centrado en recorrer la historia del programa, con segmentos y compactos dedicados a repasar lo más importante del ciclo. También se podrán ver los castings que se hicieron a los noteros para completar el staff.
En verdad que será bueno hacer ese recorrido recordatorio de lo que ha sido CQC, que en definitiva ayudará a pensar qué ha pasado con la propuesta de la productora de Cuatro Cabezas. Por otro lado, seguramente podremos volver a ver al creador de este “periodístico humorístico” en su rol y (esperemos) a los primeros noteros que marcaron una impronta en los que vendrían.
CQC nació reconociendo la influencia de la Noticia Rebelde y de las revistas Satiricón y Humor. El estilo irónico, de chiste interno “masculino” (machista) de abordar los acontecimientos periodísticos, si bien no estaba revolucionando los cimientos del periodismo clásico, sí estaba construyendo un formato que sería influyente en la televisión de hoy.
Una cuestión importante (no es algo menor) fue el tratamiento de diseño y estética de animación, humor y juego sobre los informes y notas. Muchas veces el sentido crítico se encuentra en los personajes que se cuelan entre los entrevistados, los carteles, etc. Otras es sólo un decorado, pero lo cierto es que en CQC se puso énfasis en algo que ahora aparece en cualquier programa de la tarde.
Los chistes a los funcionarios y estrellas del espectáculo, así como las preguntas ingeniosas, rápidas y burlonas también hoy son moneda corriente en la televisión argentina, pero el mérito es para los muchachos de traje negro.
El show parecía llegar a su fin tras la despedida en el teatro Gran Rex en 1999 (porque con la asunción de De La Rua el país se iba a tornar aburrido). De ser un programa para unos pocos jóvenes clase media pasó a pertenecerle a un público más amplio; de ser catalogado como irreverente a “humor inteligente”. En ese entonces ya eran conocidos por sus pares y funcionarios, que en ese momento se incomodaban ante la aparición de una de las “moscas”.
Porque Pergolini y sus compañeros, el universitario Juan di Natale y el hombre de calle Eduardo De la Puente, armaban un equipo que manejaba el piso (con mucho guión por detrás) con excelente fluidez. Se hicieron en el camino varios enemigos: en televisión sus víctimas eran aquellos a los que acusaban de repetirse a sí mismos, como Marcelo Tinelli, con quien mantuvieron una guerra mediática al estilo vedettes que alimentó hasta el cansancio a las cucarachas o a los imitadores del cabezón.
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Nota completa: Diario HOY