¿Es verdad que eras el gordito sonso del barrio?
-Yo era distinto al general de los pibes. No jugaba a la pelota.
-Eras casi un autista.
-Era un tipo muy solitario, muy fantasioso. Tenía un mundo interno muy especial, volaba mucho, me la pasaba volando todo el tiempo. En parte creo que mi gran vocación por la radio es poder oficializar toda las fantasías que tenía; la radio es fantasía pura, pero el ser tan fantasioso me provocó muchos problemas de relación.
-¿Dónde hiciste la primaria?
-Siempre fui a colegios muy conservadores y de curas. El primario lo hice en el Santa Isabel y el secundario en el La Salle, hasta que repetí y fui a otro colegio de curas.
-¿Terminaste la secundaria?
-Sí, soy técnico electromecánico. Lo que pasa es que mi papá diseñaba máquinas industriales, un tipo que realmente era admirable. Teniéndolo al lado uno quería ser como él, porque no quedaba otra. Mi papá diseñó la lapicera Sheaffer, la 303 la inventó mi papá.
-¿Tu papá inventó la 303? Yo tengo algo que decirle: ¡mancha de tinta!
-Pero inventó el azul lavable también. Ja, ja... Y yo era muy solitario porque no encontraba gente que pudiera volar a mi misma altura. A mí me gustaba fantasear todo el tiempo. No me entusiasmaba mucho vivir en la realidad que había.
-O sea que fue una infancia de porquería.
-Muy solitaria, más que de porquería. Yo escuchaba música clásica de chico. Mi papá decía que nunca iba a entrar una pelota de fútbol en mi casa. Y al ser varón y no hablar de fútbol, te segregás.
-¿Por qué no te dejaba? ¿Te había visto jugar?
-Me había visto jugar y dijo: "Mejor que no haga nada". Entonces, no hablar de fútbol en un colegio de varones es tener el setenta por ciento menos de amigos. Y ni siquiera escuchaba rock, escuchaba música clásica. Entonces, no tenía muchos puntos de contacto con los chicos.
-En un antiguo reportaje, me llamó la atención una cosa que no sabía. Yo no sabía que tenías una mala relación con tu viejo.
-¿Hay que hablar de eso?
-¿Es grave? ¿Vive tu padre?
-Creo que sí. Eso es para que te des una idea. Sí, vive, vive. Digamos que todo se complicó en los últimos seis años. Por razones que realmente no tienen por qué ser públicas, tuve que tomar una decisión como hijo, y bueno...
-Tus papás están separados.
-Sí, pero eso es bastante anecdótico.
-De chico, ¿cómo te divertías? ¿Qué hacías para decir hoy la pasé bomba?
-La verdad, la verdad, yo a los 14 años empecé a fumar (marihuana) y eso me dio otros amigos y otra forma de vivir, medio marginal. Tuve otros amigos.
-Amigos más grandes.
-Sí, y de la calle casi todos, porque eran amigos de la marginalidad. Y para mi edad poder compartir eso con mis compañeros era caer en la segregación total porque era un delincuente, básicamente.
-Vos hubieras sido la preocupación de Fleco.
-Yo hubiese sido la preocupación de Miroli, no de Fleco. Eso cambia mucho a un chico, me parece, ¿no? Acercarse a esas cosas de tan chico.
-¿No tuviste recaídas?
-Te juro que no lo hago más desde hace años. Y más desde que tengo un hijo.
-¿Cómo te llevás con tu hermana?
-Mi hermana es un pan de Dios. Tiene un año y medio más que yo, y se esforzó mucho por cumplir el mandato paterno y materno... Pero siempre fue muy compañera.
-¿Con ella hablabas de todo?
-No del tema del que acabamos de hablar porque eso era inexplicable para cualquiera, pero hablábamos de todo. Lo que siempre tuve fue un solo amigo, muy pegado durante mucho tiempo. Estaba tres años con la misma persona, por ejemplo, y salía nada más que con esa persona. Siempre con un solo amigo. Uno de los 11 a los 14, otro de los 14 a los 17. Después, la vida me cambió mucho cuando empecé a ser conocido, pero bueno, ésa es otra cosa.
-De pibe, los domingos, ¿cuál era la salida con tus viejos?
-Ir al Tigre o de campamento, todo en familia.
-Tenían plata, ¿no?
-Sí. En una etapa sí y después mi papá tuvo una recaída muy grande y peligró todo un poco.
-Llegó la Sylvapen...
-No, empezó la importación de Martínez de Hoz. Las industrias se cerraban. Mi papá es una persona de la industria, básicamente. Pero nunca sentí que había problemas de dinero. Teníamos coche, la casa era nuestra, mi papá no dejaba de ser gerente de Sheaffer, era un tipo preparado. No tuve un mal pasar, salvo esa etapa...
-O sea que pudiste haber sido un hombre de provecho.
-Sí, pude haber sido un hombre que sirviera para algo. Ja, ja. Pero eso es lo que nunca entendían. A mí me decían: "Vas a ser un inútil toda tu vida, no estudiás, no te importa hacer una carrera. ¿Cómo te puede interesar escuchar radio nada más?" Y era lo único que hacía; a los 16 años empecé en Radio Belgrano.
-Vamos a la etapa de radio.
-A los 16 años, empecé en Radio Belgrano. Era 1981, 1982, por ahí, y me quedé... Yo necesitaba trabajar en radio, yo escuchaba radio todo el día, y la mía era una necesidad de pasar música que yo escuchaba y que no pasaban por la radio. ¿Te acordás que llegaba todo muy tarde? Y yo era un fanático de la música. El director, que era uno canoso, medio gordito y de barba, me dijo: "Mirá, yo te puedo dar un programa, pero como trabajo pago te puedo dar algo en maestranza". Atender los teléfonos, limpiar los estudios... En realidad, hacía eso. Y a cambio tenía un programa.
-¿Qué programa era?
-Era con Alejandro Rozitchner, que recién empezaba, y hacíamos Todo mal. En realidad, él lo manejaba casi todo.
-¿El título fue premonitorio?
-Sí. Después, salvo Feedback, todos mis títulos fueron así: Malas compañías, Podría ser peor, Tiempo perdido.
-Dijiste que eras un chico solitario. ¿Quién te avivó?
-A mí me aviva, de grande, Eduardo de la Puente. Hasta los 18 años, 19, era un perejil total.
-¿Todavía creías en la cigüeña?
-No sé si tanto, pero era un tipo al que le faltaba mucha calle. Hasta para el sexo, era una persona bastante reprimida. Venía de una educación muy eclesiástica, de padres muy conservadores. El que me abrió los ojos a una vida mucho más divertida y en la cual se podía caminar distinto fue Eduardo. Cuando lo conocí, era un ídolo. Yo pensaba: "Loco, vive solo desde que tiene 17 años, hace lo que se le antoja". Para mí el tipo fue una escuela de vida, directamente. Si no, tenía más posibilidades de seguir siendo el boludo del curso que otra cosa.
-De chico, ¿te agarrabas a piñas?
-Sí, pero porque era calentón, nada más.
-¿Cobrabas?
-Sí, bastante. Pero a mí nunca me importó eso. Yo igual pegaba. Ahora hago taekwondo y nadie me pega. Ja, ja, ja.
-Yo antes hacía taekwondo, ahora tengo cuatro guardaespaldas. No sabés qué bien pelean.
-Como todos los calentones no medía las consecuencias. Además, siempre fui más hiriente con las palabras que con las manos. Era, francamente al día de hoy todavía lo soy, muy rencoroso, y olvido muy poco. Y como tenía mucha labia... Era peligroso en ese sentido.
-Entonces no eras el tonto, eras el loco.
-Era el loco, y hoy sigo usando eso. Yo era el loquito que se te quedaba mirando, y te miraba y te miraba...
-Estabas cerca de la locura.
-Sí, yo creo que sí.
-Me impresiona que te haya salvado de la locura De la Puente.
-A lo mejor nos salvamos mutuamente. Igual sigo pensando que el papel de loco es mucho más interesante que el papel de vivo. Muchas cosas las sigo logrando porque en el canal dicen: "Este loco es capaz de cualquier cosa".
-Claro, puede ser. Aparte, acá los socios son dos.
-Diego Guebel y yo.
-Y la productora se llama Cuatro Cabezas. Sigue la esquizofrenia.
-Ja, ja. En realidad antes éramos cuatro. Caíto, Sebastián, Guebel y yo, aunque yo no era socio. De La TV ataca, por ejemplo, siempre fui empleado. A Diego yo siempre le decía: "El día que se vayan tus socios, armo una sociedad con vos. Con más gente, no".
-O sea que sigue esa tendencia a la soledad, o a la amistad de a uno por vez.
-Hoy no tengo más que dos amigos, Guebel y De la Puente. Y Rozitchner, que es mi amigo satélite.
-¿Y Juan Di Natale?
-Juan es un amigo, pero yo no comparto muchas cosas con Juan. Hasta te podría decir que soy amigo de Daniel Grinbank, pero yo intento no compartir demasiadas cosas con las personas con las que tengo una relación tan diaria. Creo que todo se confunde y termina en complicaciones innecesarias.
-No te pasa eso con Eduardo.
-Igual que con Guebel, porque los conozco desde que tenía 15 años, 16. Es medio imposible.
-¿A Guebel dónde lo conociste?
-En lo de una novia que yo tenía. Hicieron una fiesta, pero estaban todos tan pero tan locos que los únicos dos que podíamos hablar el uno con el otro éramos Guebel y yo. Entonces dijimos: "Vámonos, porque todos estos tipos están hechos mierda". Nunca más la vi a mi novia y seguí viéndolo a Guebel, que es mucho más lindo que mi novia. Ni siquiera me acuerdo cómo se llamaba.
-Lo que me llama la atención es que si lo conociste a los 15 años a Guebel y a los 19 te avivó De la Puente, de los 15 a los 19 Guebel no te sirvió para nada.
-Y, no. Además era muy distinto, él viene de una familia más... del sionismo bien ubicado.
-Esa característica de peleador también la mantuviste en tu trabajo en los medios, ¿no?
-Yo siempre creí que la mejor forma de defenderme era atacando, a lo mejor, y yo siempre me di cuenta, realmente te soy sincero y creo que lo digo por primera vez, de que mi negocio era más fácil poniéndome a pelear y a discutir que mostrando en realidad lo que podía llegar a hacer. Y cuando vi que la prensa en general lo tomaba como una bandera que levantaba, creo que lo utilicé bastante. Pero igual yo no sé si realmente mi sentimiento es ése. A veces creo que juego demasiado el papel que quieren que juegue.
-¿Vos decís que hacés no lo que tenés ganas, sino lo que la gente espera que hagas?
-Puede ser. Igual, en Caiga quien caiga soy muy auténtico, creo que le pego a quien tengo ganas de pegarle.
-¿Te ponés límites?
-Sí, pero me empezó a pasar más ahora.
-¿Ahora que sos padre?
-Sí, creo que ser padre te da muchos miedos.
-¿O es porque ya te dieron el cinturón amarillo en análisis?
-Sí. La terapia me ayudó en dos cosas. Primero, a solucionar ese problema que empecé de tan chico. Y después, a entender que yo no tengo que hacer cosas para agradarle a todo el mundo.
-¿Y llegaste al equilibrio o todavía no?
-Sí, pero supongo que en eso me ayudó más mi esposa. Ella es la que más me encarrila.
-¿Eso lo decís porque ella lee todos tus reportajes?
-No, no, intento que no lea ni la mitad. Ja, ja.
-¿Tu mujer funciona muchas veces como superyó?
-Bueno, es psicóloga.
-¿Diciendo: no te creas lo de la fama?
-No, no me dice que no me la crea, porque sabe como soy. Es medio difícil decirme eso a mí. Pero no le da a los medios la importancia que le da la mayoría de la gente. Yo he notado ciertos cambios en mi familia en general desde que soy conocido, pero ella no los ha tenido.
-Vos no sos el mismo de cuando la conociste. Tu nivel de popularidad ha variado.
-Sí, pero lo vivimos juntos.
-Está bien. Pero también tienen que haber cambiado las cosas para ella.
-Sí, para ella debe haber sido muy difícil estar al lado de alguien que sale en las tapas de las revistas. Pero está bien... la licenciada es copada. Nunca me deja embalarme demasiado.
-Eso digo. Es un cable a tierra.
-Sí, lo que pasa es que no entiendo lo que quiere decir superyó. Ja, ja, ja. Intento dar vueltas sin nombrar demasiado eso.
-Cuando vayas a tu casa, le preguntás.
-No, basta. Yo banqué toda su carrera de psicología.
-Hablábamos de los límites en TV...
-Yo a esta altura a veces siento demasiada vergüenza ajena... Daniel Tognetti, por ejemplo. Para mí, Tognetti a veces está en un límite que a mí me pone nerviosísimo. Entonces apelo a los más jóvenes, a Juan Di Natale o a mis productores. Si dicen: "No, está bien", yo pienso: "Bue, si para la mayoría está bien..."
-Pero yo me refiero a lo que surge de vos. ¿Creés en el amiguismo? A éstos se los ataca, a éstos no...
-No, porque no tengo amigos ni en la farándula ni en la política. No tengo, directamente.
-Pero, ¿qué pasa si alguien a quien vos querés, como Lalo Mir, se manda una macana?
-¡Ah, qué duro! No va. Pero cuidaría cuatro o cinco, nada más. Pero mirá qué caso. Nunca lo había pensado. No, jamás diría algo en contra de Lalo, jamás.
-¿Cuáles son los otros cuatro?
-Creo que si hubiera algo jodido con vos, tampoco lo diría, ni lo haría con ninguno de mis compañeros. Pero el resto mucho no me importa.
-O sea que el límite son los amigos de verdad.
-Los amigos-amigos.
-¿Cómo es ser empresario ahora?
-No sé.
-O sea que el cerebro es Guebel.
-Claro, man, que lo investiguen a él.
-Pero ahora están vendiendo CQC a todo el mundo.
-Eso es idea de Guebel, ciento por ciento. Me sorprendió cuando Guebel me dijo: "Vamos a vender CQC a Europa".
-Tendríamos que haber entrevistado a Guebel...
-El mérito en realidad es de él. Que yo lo haya ayudado y que como empresa vayamos juntos... Pero cuando él vino y dijo: "Vamos a venderlo a España", yo le contesté: "Diego, Dieguito, bajá, nunca va a suceder eso". Y lo vendió. Y una vez que anduvo bien en España llamaron de Italia y el pibe fue a Italia y cuando terminó de venderlo en Italia ya había vendido en Alemania.
-Ya podés retirarte, entonces. Vos dijiste que te vas a retirar en el 2000.
-De dar la cara por lo menos creo que sí.
-¿De la radio también?
-Eso va a ser bastante difícil, porque en realidad estar en la radio me hace vivir.
-¿En cambio la televisión es un parto?
-Te juzgan de una manera tan liviana y hay que explicar demasiado todo. Por ejemplo, con las barbaridades que se dicen en ¿Cuál es? (su programa diario por FM Rock & Pop) no podría ir ni a las doce de la noche por televisión. A mí eso me parece bastante pacato. Y en realidad creo que me estoy reiterando demasiado, cada vez me va a costar más poder hacer cosas distintas. Entonces, indudablemente, sí voy a poder producir para otros. Pero yo lo que tenía para hacer lo hice.
-¿No influye que se te está cayendo el pelo para dejar la televisión?
-No, porque como estoy haciendo taekwondo tengo más lomo, entonces la gente dice: Mirá qué lomo que tiene el pelado". Creo que uno daña a los hijos siendo famoso, también. Sí, me parece que lidian con un apellido ajeno muy fuerte.
-¿Vos creés que la relación con tu papá se complicó porque tu papá era famoso?
-No, je, je, porque el hijo era famoso. También para un padre debe ser jodido no tener el apellido fuerte. Pero creo que le puedo allanar mucho el camino a mi hijo...
-En lo tuyo, ¿reconocés maestros?
-Lalo Mir, en radio. En el nivel periodístico siempre lo digo, creo que vos me enseñaste a ir dos preguntas adelante. Lo que más admiro de vos no son tus programas, y de hecho los critico. Creo que admiro tu parte periodística, me parece que es algo mucho más loable que cualquier otra cosa que hagas.
-Tengo que pensar cómo hago para que esto salga textual en La Nación.
-Ja, ja, ja. Gasalla en algunas cosas me parece sumamente interesante y Tato Bores siempre me pareció el paradigma del resumen.
-¿Y como conductor?
-No, no veo a nadie como conductor.
-¿Qué tomaste de Tinelli?
-Los dos tenemos una visión muy distinta de las cosas. Creo que él es masivo y yo nunca voy a ser masivo, porque no me interesa. Cuando empezamos el programa este año le dije a los chicos: "17, 18 puntos de rating va a ser nuestro logro de este año. Más sería fracaso, y tener menos también sería fracaso también. Si tenemos más de 17, es porque estaremos haciendo un programa de mierda". Yo no quiero ser masivo.
-Pero 17 puntos es ser masivo.
-Es un programa que le va bien.
-Muy bien. Si este programa fuera por Telefé en lugar de América, tendría 28 puntos.
-Puede ser, pero sería otro programa.
-No sé, pero podría llegar a transformar a la gente.
-Eso es mentira, eso es creer que los medios tienen mucho poder.
-¿Por qué no? ¿Vos no creés que los medios tienen poder?
-No, no tanto. La gente no se deja transformar por un Tinelli...
-Pero el medio que vos manejás tiene el poder suficiente como para que a Andy Kusnetzoff lo traten bien en todos lados.
-Eso es por las virtudes de Andy... Andy funciona bien, porque saben que es peligroso y que el programa es peligroso. Ellos saben que nosotros somos peligrosos con una cámara, ellos necesitan estar bien con nosotros.
-Ahora bien, ¿si Woody Allen es masivo es que Woody Allen no sirve más?
-Y, sí.
-¿O es que la gente aprendió a entender otras cosas?
-No, porque la masa va a seguir comportándose siempre igual. Hay esnobismo, no un cambio real. Es como ahora. Decir que Caiga quien caiga es un programa inteligente es ahora una postura snob. Estoy hablando de masa.
-Hablaste varias veces de tu mujer, de tu hijo, ¿cómo es esto de la monogamia?
-Bárbaro, deberías experimentarlo, Jorge. Yo soy un tipo casero. Yo soy Perón: de casa al trabajo y del trabajo a casa.
-No sos el Mario que yo conocí.
-No, soy muy distinto a como era seis años atrás.
-¿Fuiste un desenfrenado en el sexo?
-No lo era, me hubiese gustado serlo, pero no me daban bola. Cuando empecé a ser más conocido me di cuenta de que podía ser un desenfrenado con lo que se me antojara.
-¿Y entonces?
-Y... fui un desenfrenado.
-¿Y lo disfrutaste?
-Sí.
-¿O eras infeliz?
-Soy infeliz básicamente porque soy un inconformista y siempre pienso que lo que hago es mediocre...
-Bueno, sos realista. ¿Qué hacés con la plata? Yo sé que no ganaste mucho.
-Con la plata me hice una buena casa.
-¿Ya estás viviendo ahí?
-No, dentro de poco. Tengo una buena casa y digamos que participo en varias empresas, ¿no? En Cuatro Cabezas, si bien nos dio plata, para qué mentir, nosotros invertimos mucho. Tenemos las editoras más grosas que hay en el país, tenemos los equipos tecnológicamente más grandes que hay, que no tiene ninguna productora independiente del país. Somos una productora de cine que es 4K Cine, somos una productora fílmica que se llama M4.
-¿Qué hizo la productora de cine?
-Cine publicitario. El año último hicimos 35 comerciales, buenos avisos. Ahora hicimos una sociedad que se llama M4, que va a hacer su primera película, en agosto. Y, por otro lado, tuvimos que poner una productora en Europa para controlar las ventas de CQC. También tengo parte del grupo Rock & Pop. En realidad hasta ahora me dediqué a invertir todo, porque si la idea era parar en el 2000 tenía que... Tampoco me puedo tirar a chanta ni me gustaría que mi familia tenga que bajar de nivel nada más que porque al papá y al esposo se le ocurrió decir un día: "No quiero dar más la cara".
-¿Por qué admitiste públicamente el tema de la droga?
-Porque todo el mundo me jodía con eso. Un día dije: "Bueno". Estaba harto que vengan siempre con esa pregunta de qué opinás de las drogas, como si pensaran que alguien les va a responder sinceramente. Después de la primera vez que lo respondí ya no me jodieron más. Me parece que tampoco fue un bardo tan grande y pasó hace tanto tiempo... Seis años después de todo eso lo puedo decir totalmente, con la cabeza bien alta. Negarlo ahora entre todo sería una estupidez.
-¿Qué opinas del plagio?
-Muy buena pregunta, Jorge. Yo les hice una demanda a todos los que hicieron Semanario insólito y La noticia rebelde porque me parece que me robaron hace diez años. Ja, ja, ja. Yo hice cosas por radio y después me llaman los oyentes y me dicen: "Eso lo hizo Dolina dos años atrás". "Te juro que no lo sabía", contesto, y lo corto. A mí me parece que hay cosas en que se nota demasiado que están tomadas igual. Yo no puedo comparar a Andy con Figuretti, porque me parece que es rebajarlo a Andy. Hay muchas cosas sumamente parecidas. Nosotros lo hemos comprobado legalmente, porque hicimos una demanda, hasta mostrando partes iguales tomadas de notas de Andy. A mí me parece que no podés tomar tantas ideas de otro, porque no tiene sentido, realmente no tiene sentido.
-Pero también más de una vez habrás tomado cosas.
-Te juro que no, no recuerdo haber hecho eso.
-Por ejemplo: qué estará haciendo en este instante...
-Cuando lo plantearon me pareció una buena idea, y yo no sabía que era de otra cosa...
-Te engañaron.
-Sí, y después quedó institucionalizado. Pero hay cosas que no puedo creer. Veo Verano del 98 y veo la misma serie por Sony y yo digo: "Qué ladrones, loco".
-¿Qué te pasó aquella vez que en plena emisión de CQC llamaste a Olivos y te atendió el Presidente?
-Creo que la gente esperaba más de lo que yo di.
-Y, sí.
-Pero yo lo único que quería preguntarle era si él sabía que decían que era mufa. Yo entiendo que después la gente pensaba: "Lo va a hacer de goma", y dijeron: "Cómo arrugo". A lo mejor yo me equivoqué.
-¿Es verdad que comenzaste a estudiar informática?
-Me gustan mucho las máquinas.
-¿Herencia de papá?
-¿Por qué no? Puede ser. Tampoco voy a borrar todo lo que él hizo. No fue ciento por ciento malo. Hubo un hecho en especial que lo hizo... malo. Que lo volvió un villano. Pero si sos una persona muy encerrada en vos misma, la máquina es lo mejor que te puede pasar. Sos vos y ella, nada más. Y depende de vos nada más. Y siempre es un desafío, siempre hay algo nuevo.
-Y entrás en Internet...
-Sí, conozco eso desde hace mucho. Amo la tecnología, me fascina la tecnología. Para mí es un fetiche total.
-¿Por qué no trabajás con mujeres?
-Me traen muchos problemas de relación, me cuesta trabajar con ellas. Creo que les exigiría el triple de lo que le exijo a un hombre y siempre tengo ese preconcepto de que si alguien pone a una linda mina en televisión es nada más con el estúpido concepto de pensar que va a tener más rating, y yo ya no creo que la cosa pase por ahí.
-Por ejemplo en El rayo, que produce Cuatro Cabezas, no importa si Dolores Barreiro es linda o fea.
-En El rayo no importa su conductora, y está demostrado eso.
-Relativamente. Está demostrado que lo puede hacer otra chica bonita que no sea Deborah de Corral.
-Sí, pero yo creo que ese programa, con todo el respeto a la gente que lo hace, si no tuviese conductora tampoco se modificaría mucho. Eso es lo que yo pienso, que sé que no es lo que piensa el 80% de la empresa.
-Entonces, no les va a gustar que hayas dicho esto.
-Yo no digo nada en público que no lo haya dicho previamente en privado.
-Bueno, nada más, Mario, ¿querés darme un beso?
-Claro, bombón, pero afeitate primero.
Fotos: Daniel Caldirola
Producción: Pablo Galfre
De la Puente: "El no era ningún perejil"
"Yo hasta que lo conocí a Eduardo fui un perejil total", le dijo Pergolini a Guinzburg. Eduardo es Eduardo de la Puente, su coequiper en CQC y ¿Cuál es? Lo conoció en 1986, cuando eran dos jóvenes de 22 años trabajando en los medios. Pergolini en una radio, conduciendo Feedback, y De la Puente como jefe de Prensa de una agencia relacionada con el ambiente del rock.
"Pegamos onda desde la primera vez que nos vimos. Nos quedamos charlando un rato largo y empezaron a surgir proyectos y ganas de trabajar juntos", cuenta De la Puente. Luego agrega: "Mario jamás fue un perejil, por lo menos desde que yo lo conozco. Eso de decir que lo avivé es un discurso muy de él. Quizá lo que le faltaba era cierta calle que yo había aprendido por vivir en La Boca".
-¿Cómo era ese Mario ausente de calle?
-Un poco inocente en algunas cosas. Cuando se vino a vivir conmigo a La Boca entonces también conoció ir a comer a las cuatro de la mañana a la fonda El Argentino, y ver la fauna que había a esa hora cenando. Esas cosas él no las había visto y no sabía que existían y eran potencialmente divertidas.
-También dice que era bastante reprimido sexualmente.
-Es probable, pero realmente no me consta porque cuando empecé a saber de su vida sexual la vi enfrente mío y era igual de agitada que la mía.
-¿Qué cosas hacían juntos?
-Trabajábamos muchísimo. Eran muchísimas horas por día que estábamos juntos preparando y haciendo Malas compañías. También salíamos a comer, al cine, a jugar fichines a lo pavote. Eramos una mezcla de pavos y guarros. Creo que Malas compañías era un muy buen reflejo de lo que éramos: unos idiotas totales en algunas cosas y unos tipos más profundos o más zarpados en otras.
-¿Las enseñanzas, entonces, fueron recíprocas?
-Sí. A lo largo de todos estos años yo aprendí mil cosas de él, por ejemplo cuestiones artísticas y empresariales, cosas en las que el perejil era yo.
-¿Te acordás de la mirada de loco que Mario tenía?
-Sí, de hecho la sigue teniendo. Pero como está más calmo y más maduro, ahora la utiliza premeditadamente, por lo general en pos de reforzar alguna idea o remarcar un chiste o algo. Hace muchos años esa mirada te la encontrabas en cualquier momento. Estabas tomando un café con él y te encontrabas con esa mirada de loco escudriñando el mundo.
-¿Alguna vez tuviste algún problema con las mentiras en las que él caía bastante seguido?
-Hubo una época en que el asunto ya rozaba la mitomanía, que fue cuando yo lo conocí. Pero a mí nunca me jodió alguna mentira de él en particular. Jamás se lo planteé, porque sabía que no lo hacía de turro, sino que era un mambo que él tenía. Y después, con el tiempo, cuando lo pescaba con alguna mentira, le decía: "Sí, sí, Mario, está todo bien".
Por P.G.
Domingo 10 de mayo 1998
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